¿Defendemos nuestra fe católica como Juana de Arco?

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Hoy es el día de Santa Juana de Arco, patrona de la Comunidad Scout. Esta santa que oía voces de Santos, a pesar de sentir cierto temor al principio (cualquiera de nosotros lo sentiría, y somos mucho menos que santos) no dudó en responder a la misión que San Miguel (a quien vio con sus propios ojos) le encomendó: Liberar Francia. Es así como se puso en camino hacia Orleans, donde comienza su carrera "militar".
Querida comunidad Scout ¿ustedes tienen la decisión de Juana? Seguramente ninguna escuche voces de santos, pero lo que si pueden "escuchar" son los mensajes que Dios nos deja cada uno de nuestros días. Primero y principal, están en este movimiento y ese es el primer mensaje que les dejó Dios: "Se scout". Ustedes evidentemente lo escucharon y por ello se encuentran acá. Pero, ¿lo están haciendo como él nos pide, sin duda y decididas? Muchas veces están pensando en cualquier otra cosa menos en ello (la escuela, el chico les gusta, quien tiene más likes en Facebook) y no cumplen con los deberes que prometieron para con Dios, la Iglesia y la Patria. Deben mirar a Juana, que una vez que escucho los designios de Dios no dudo en enfrentarse a lo que tenía en el camino (¡¡¡Se metió directamente en el campo de batalla!!!). Es así como cada una de ustedes que pertenecen a la Comunidad Scout y la tienen como guía, debería mirar a Juana y hacer todo lo posible por cumplir la Ley y Principios sin importar las oposiciones que tenga en el camino, decir con convicción que uno es católico y scout, además de cumplir con cada uno de los puntos de la Ley.
Pero el modelo de Juana no es sólo para la comunidad scout. Muchas veces todos nos olvidamos de cumplir la ley, la promesa, la buena acción diaria, etc. No tengamos miedo de demostrar nuestro catolicismo y pertenencia al movimiento scout, tal como Juana se enfrentó a una guerra para cumplir con los designios de Dios.

Reseña (http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=3472)

Patrona de Francia y Doncella de Orleáns

Una jovencita de 13 años, de Domremy (Francia), llamada Juana de Arco, mientras rezaba en la iglesia de su pueblo, oyó voces misteriosas que la invitaban a liberar a Francia que estaba dominada en gran parte por los ingleses. Cuatro años después el gobernador de la provincia, a quien Juana de Arco le había contado lo que le había sucedido, la llevó donde el Delfín a Chinon. Al hablar con el futuro rey Carlos, ella demostró que conocía cosas secretísimas que solamente el cielo había podido revelarle. El Delfín, al principio, desconfió pero después se convenció de que la joven era enviada de Dios; entonces le confió el mando de las tropas que sitiaban a Orleáns, y en poco tiempo reconquistaron casi todo el territorio francés.
El Delfín fue coronado rey de Francia en Reims, pero, celoso de la popularidad de Juana, pactó una tregua con los ingleses. La joven, convencida de que esta tregua anulaba los esfuerzos y las victorias de su ejército, indignada, recomenzó la lucha con los pocos soldados que estaban de su parte.
En una emboscada cayó prisionera en manos del conde de Luxemburgo, que la entregó a los ingleses por un rescate digno de un rey. Ahora había que demostrar que Juana era una bruja, para poder declarar a Carlos VII como usurpador, pues había llegado a ser rey gracias a “diabólicas maquinaciones de una hereje”. Sólo los jueces eclesiásticos tenían la autoridad de llevar a cabo este proceso.
El obispo Cauchon se prestó para esta intriga política. La ilegalidad del proceso era tal que Juana de Arco rechazó la legitimidad y apeló al Papa.
La heroica joven, encerrada en una cárcel militar contra toda ley eclesiástica, no pudo hacer llegar su voz a Roma y sus enemigos triunfaron y la condenaron a la hoguera. El atroz suplicio tuvo lugar en Rouen el 30 de mayo de 1431. Juana tenía 19 años.
Los actos del proceso fueron sometidos a revisión entre el 1450 y el 1456, y con la absolución de la imputada comenzó un irresistible desarrollo de veneración de la valiente Juana de Arco, por su fe pura y su genuino amor por la justicia y la verdad, llevados hasta el extremo sacrificio. En 1920 el Papa Benedicto XV la elevó al honor de los altares.
De todas las histories de los santos, la de Santa Juana de Arco es sin duda la más extraordinaria e increíble: una joven, campesina y sin estudios, a la cabeza de un ejército derrota a un guerrido ejército, derriba fortalezas, corona a un rey y termina en la hoguera. Y todo en cuestión de dos años.

Andres Villa – E.Di.Com.