Campamento anual

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En relación a la renovación de la póliza de seguro adjuntamos las planillas de permiso de acampe que incluye su número. También las autorizaciones y ficha médica por si algún grupo las necesitare.

Que la seriedad y prudencia en la planificación  y desarrollo del campamento colaboren en los frutos de este encuentro con el Creador.

Compartimos a continuación una reflexión sobre el campamento extraída del libro “Carnet de ruta”

 

Siempre Listo y Buena Caza¡¡¡¡

 

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El Campamento

En medio de la naturaleza y los grandes horizontes  se levanta una rueda de carpas: nueva y extraña morada de los hombres que buscan un más. En ese pequeño barrio de lona reviven la historia de la humanidad en pequeño. Pasan nuevamente por todas sus etapas.

Han buscado un lugar donde detenerse, junto al agua, resguardado del viento, donde la leña abunda. Han apreciado el valor del fuego en esas circunstancias y la necesidad de alimento abundante y sano. Todo el contexto y las necesidades para vivir y prosperar llevan a estrechar las relaciones: se existe en función y gracias a los demás

Se comparte el techo y el pan, el fuego y el agua, las alegrías y las penas o inseguridades del equipo precario frente  a los demás elementos.

No se acampa en cualquier lado. No se levanta la carpa de cualquier modo. Sabemos de vientos que han barrido campamentos y de lluvias que han inundado carpas levantadas en la ladera del cerro…

En una ocasión única en nuestra vida y marca momentos cumbres. Vida más ruda de lo normal, vida más pobre, vida más simple…

Cada mochilero tiene su  propio estilo de acampar, sus propias reglas y sus propios ideales. El valor humano del mochilero se puede medir viendo su manera de acampar.

Ciertos elementos básicos deberían existir en todo campamento: disciplina, limpieza, buen sueño a la noche, buena cocina y mucha alegría.

El campamento nos permite redescubrir todos los secretos humildes que nos pasan inadvertidos en nuestra vida cotidiana. Esos que nos hacen participar en el misterio de la naturaleza, con ritmo y encanto.

El campamento nos permite vivir al aire libre respirando a pleno pulmón. Es  una oportunidad excepcional de enfrentar y dominar los elementos, de entrar en contacto con ellos zambulléndonos en su realidad.

El campamento es un desarraigo. Es un cortar con los lazos que tejen nuestra vida cotidiana: los estudios, el trabajo, las calles, el barrio, los horarios, la radio y el noticiero.

Partir es volverse disponible, hacerse permeable  a nuevas realidades. Es enriquecerse.

En un panorama totalmente distinto y nuevo el campamento se nos convierte en un momento de gracia. En la belleza del paisaje, la estrechez de la vida comunitaria, la alegría de vivir y la exigencia de cada momento, nace un tipo nuevo de hombre.

El cambio de ritmo permite ver, admirar y gozar.

Además es un  momento de encuentro. Encuentro con la  naturaleza. El árbol y el campo, la montaña y el río tienen algo que decir porque la vida se constituye a su  alrededor y no prescindiendo de ellos. Encuentro con los amigos, con nosotros mismos. El campamento  nos despoja de todas las defensas artificiales que hemos levantado para sobrevivir en las grandes metrópolis. No podemos aparecer ante los demás sino tal como somos. El egoísta agudiza sus rasgos inmediatamente y el generoso es patente en su servicio hasta en los mínimos detalles.

Quien aprecia y  respeta los valores de la naturaleza, esos que durante el campamento lo empapan constantemente, sabe respetarla. No se le ocurrirá nunca dejar tirado un papel, lastimar un árbol o encender un transistor…

Es el momento indicado para adquirir el espíritu de San Francisco. Todo se convierte en un motivo de alabanza y la bondad del creador se palpa a cada paso.

El acampante  sabe también utilizar  esa naturaleza, saca leña para el fuego, madera para sus instalaciones, agua para su sed, frutos para su alimentación… Conoce la flora y la fauna aprecia el canto de los diferentes  pájaros y le gusta reconocerlos, conoce los vientos.

El campamento es  encuentro   con  los hombres. Primero con los que nos rodean, esos compañeros que comparten nuestro pan  y nuestro fuego. Es un encuentro profundo, lejos de las actitudes falsas y esquivas.

Encuentro en el esfuerzo de la marcha o de la  ascensión; encuentro en el descanso de la noche cuando se comparten hazañas y las alegrías. Encuentro en el silencio y la contemplación.

Encuentro con los paisanos del lugar, esos que  saben de la tierra, que han nacido allí, la trabajan y la aman .Encuentro con sus valores únicos, su manera de enfocar la vida y compartir sus sentimientos. Encuentro con sus reclamos y satisfacciones, con si espíritu generoso y amplio, con su historia y su religiosidad.

Finalmente, el campamento es también encuentro con Dios. Nada nos distrae del Creador. Todo se polariza en El. Si somos capaces de silencio y admiración, si nos esforzamos por ir  más allá del bullicio y la distracción, entraremos en un diálogo privilegiado con quién nos creó y sostiene todo con su mano.

Así enfocado, el campamento nos hará volver a nuestra ciudad y a nuestro ajetreo cotidiano  con riqueza renovada. Nos sentiremos más preparados que nunca para afrontar las tareas del hombre del siglo XXI. Mejor que nadie estaremos preparados para elaborar esa tierra  fraternal en el amor y la justicia. Nuestras manos se esforzarán alegremente al estar dirigidas por quien ve más allá del horizonte.

 

Carnet de Ruta.

Autor: Luis Perez Aguirre

Editorial Claretiana

 

 

Raúl Gardella