Mensaje de Navidad

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Compartimos el mensaje de navidad de nuestro obispo Mons. Jorge Lugones que nos invita a una importante reflexión.

Que el niño Dios bendiga todos los hogares y podamos seguir construyendo con renovada esperanza. Edifor

 

Mensaje de Navidad

 

“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz;

a los que habitaban en tierra de sombras una luz

 les ha brillado… Porque un niño nos ha nacido,

 un hijo se nos ha dado…su nombre es: Consejero

 prudente, Dios fuerte, Padre para siempre,

Príncipe de la paz” (Is. 9,1-6).

 

Queridos hermanos y hermanas:

Navidad es tiempo de gracia y bendición. Nos regala la luz que “Dios con Nosotros” trae para los que quieran recibirla. Esta luz es capaz de iluminar los corazones y las voluntades de muchos, porque no es una luz pasajera, fugaz, es la luz del Espíritu que al iluminar las situaciones y el mismo corazón del hombre es capaz de consolar, de ayudar a ver la realidad con una esperanza nueva.

 

Ante la destrucción de Israel y el destierro[1], ante la crispación del pueblo, la oscuridad del azote de la guerra, la desesperanza y la falta de líderes que pudieran acompañar, orientar y proteger al pueblo debilitado, el profeta Isaías proclama un poema, le propone un anuncio de parte de Dios inesperado, la luminosa gracia de que en medio de la oscuridad se pueda ver: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. A los que habitaban en tierra de sombras una luz les ha brillado…”

 

Nuestra sociedad parece llegar al fin de año ensombrecida por la falta de propuestas claras, durables en el tiempo, previsibles, las tinieblas de la inequidad (desigualdad), el resentimiento, parecen haberse instalado de forma cruel; una mínima parte de la población disfruta de una vida acomodada comprando compulsivamente, y la gran mayoría sigue sumergida en “sombras de muerte”: droga, violencia, robos, saqueos, trata, trabajo esclavo incluidos los niños y adolescentes, corrupción política y social, cerrazón de mentes y criterios, estructuras caducas … males sociales que se van arraigado en la comunidad y que parecen no nos dejan mejorar y nos sumergen en sombras de muerte.

El profeta parece anunciarnos a nosotros hoy esta claridad para poder ver con nuevos ojos, los ojos de la esperanza, la mirada de la fe, la luz del amor que es capaz de vencer las tinieblas más oscuras.

Navidad no es una fiesta más, es un tiempo de cercanía de Dios a todo hombre y a toda mujer que abre su corazón. La cercanía y la confianza que da Dios en la persona de un Niño, el niño nos expresa la espontaneidad, la sorpresa, la inocencia, la intención sana, la falta de dobles: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado”, está expresando la alegría de la vida que se nos regala, sin pedir nada a cambio y la felicidad de sentirse padre, madre, tío, abuela, es la esperanza de la descendencia, como me decía un amigo: la riqueza de los pobres son los hijos, cuánto más si el que viene a nosotros es Dios Hijo: porque un hijo se nos ha dado.

 

Dios Hijo hecho Niño es llamado:

Consejero prudente, cuánta necesidad tenemos como cristianos de la prudencia que es una virtud inspirada por el Espíritu Santo. No se trata de hacer todo bien o que todos hablen bien de vos o tengan que aprobarte, es decir, contemporizar, consentir, transigir, sino del que escucha y se hace aconsejar, del que aprende a discernir los signos de los tiempos, darse y dar de su tiempo y animarse a enfrentar el conflicto, con prudencia pero con decisión.

 Dios fuerte, pero en la figura de un niño, dirá Pablo cuando soy débil entonces soy fuerte, necesitamos trabajar la tierra del corazón para generar la virtud de la humildad, que nos aleja de toda prepotencia, autorreferencialidad y ambición.

Padre para siempre, hoy que la paternidad está tan debilitada, padres-madres, que no se hacen cargo, padres por encargo, abuelos y abuelas que habiendo cumplido con su misión deben volver a los pañales, a educar, poner límites, trabajar, cuidar…

Dios no abandona nunca, aunque tu padre o tu madre te abandonen, Jesús en la Navidad nos muestra que Dios es Padre para siempre, nunca te abandonará, siempre te perdonará, el es fiel.

Príncipe de la paz, el portador de la paz que nos asocia a la irrenunciable tarea de aportar al Bien Común: aportar al Bien Común nos da un sentido de projimidad, no sólo de “ser”, sino también de hacernos prójimo; esto implica la cercanía, el encuentro, el respeto, el diálogo. También considerar sus necesidades materiales y de justicia, especialmente de los más postergados, hoy también excluidos. Este bien común debe inspirar una actitud y un pensamiento crítico, para señalar el origen de la inequidad y las causas de las injusticias, pero también debe proponer modos de solución, que impliquen un compromiso personal y comunitario.

 

Deseamos para todos que Jesús en Navidad nos regale desde su luz que no encandila: su sencillez que nos hace prójimos sin distancias, la cordura que propone la prudencia, nos saca de la oscuridad de la ofuscación; y la austeridad de la crítica y la descalificación para proponer, promover, pensar y empezar a hacer realidad una justicia demasiado largamente esperada.

 

Pedimos a María, la Estrella que refleja la luz de Dios, que en este tiempo ilumine nuestro caminar y  junto a la generosidad resplandeciente de San José le regalen al “pueblo que caminaba en tinieblas” una gran luz: la luz de Jesús en Navidad.-

 

Mons. Jorge R. Lugones S.J. 

Obispo de Lomas  de Zamora



[1] Este poema fue dicho posiblemente en el año 732 AC cuando el rey de Asiría, destruyo a Israel y llevó cautivos a una parte de la población…. Dispersos entre los paganos salían de la historia sagrada para entrar en las tinieblas. La liberación que se le promete es un reino de paz asociada a la llegada del Emmanuel, el niño recién nacido (Biblia Latinoamericana, con nota)

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